El pasado mes de abril el taller de restauración de la Biblioteca de Cataluña organizó un curso de Técnicas de restauración de encuadernaciones en pergamino, eminentemente práctico, que dio un giro de 180 º a nuestros conocimientos de las técnicas de restauración en referencia a las encuadernaciones en pergamino. Arsenio Sánchez Hernampérez (conservador – restaurador en la Biblioteca Nacional de España) ha estudiado e intervenido durante años las encuadernaciones antiguas en pergamino y basó su propuesta en la idea de aprovechar las ventajas que nos ofrece este complicado material, pero también asumir sus limitaciones y entender sus complicaciones. Cito textualmente
«generalmente, las encuadernaciones en pergamino han sido maltratadas y menospreciadas, siendo consideradas encuadernaciones de segunda clase»
La falta de consideración hacia este tipo de encuadernación ha llevado al error de sustituir las cubiertas antiguas por otras nuevas realizadas con técnicas que no responden a las de origen y con materiales que generan un comportamiento muy diferente en la arquitectura del ejemplar. Por otra parte, siempre se consideró que las encuadernaciones de pergamino tenían poco valor técnico, estético e histórico. Pero nada más alejado de la realidad y en este curso ha quedado demostrada la extraordinaria importancia que estas encuadernaciones tienen en la historia del libro y la importancia de desarrollar procedimientos de restauración apropiados sin que por ello las restauraciones sean excesivamente costosas o requieran un tiempo excesivo. Cambios a tener en cuenta respecto a las prácticas habituales:
- Intervenir en el bloque del libro el mínimo posible: No hay que consolidar cada desgarro ni reintegrar cada laguna a no ser que sean potencialmente peligrosos para la pieza.
- El pergamino también tiene pátina y debe mantenerse: La suciedad también protege e incluso puede llegar a ser una prueba en sí misma, pero además, los procesos de limpieza pueden llevarse por delante tratamientos habituales en los pergaminos antiguos como el acabado con clara de huevo o con oropimente. Hay que actuar con cuidado en la limpieza de la pieza: todo aquello que desaparezca no volverá.
- Reforzar los nervios vs. poner nervios nuevos: Coser y descoser un libro es un proceso traumático para la pieza, a no ser que sea extremadamente necesario es proceso improcedente (en la imagen: un nervio reforzado con piel al alumbre).
- Reforzar el pergamino e injertarlo con varias capas de papel japonés vs. injertar el pergamino original con pergamino nuevo encolando entre sí: El pergamino es un material higroscópico que varía con los cambios de humedad ambiental, con el paso del tiempo un pergamino de 400 años habrá evolucionado y se habrá vuelto más estable que un pergamino de 2 años. Cuando encolamos un pergamino viejo y un pergamino nuevo ambos reaccionarán de manera diferente a los cambios en el ambiente y siempre predominará el pergamino nuevo sobre el original haciendo que este se curve y se deforme a la voluntad del primero (en la imagen: 1) pérdida de soporte en el pergamino 2) la laguna injertada por la parte interior con papel japonés de gramaje medio 3) la misma pérdida reforzada con dos capas más de papel japonés por el exterior. Sólo faltaría el retoque cromático si se cree conveiniente).
- El estudio de los síntomas para corregir los puntos críticos: Es esencial si queremos ser efectivos en los procesos de restauración y, sobre todo, si queremos limitar el grado de intervención en las restauraciones.
Otra cuestión que se planteó el la del concepto de estabilización. Una cosa es estabilizar una encuadernación y reforzarla para que siga funcionando “lo más parecido posible a la original” y otra distinta modificarla hasta el punto de que ésta deja de funcionar. Siempre se ha dicho que los tratamientos se debían limitar al mínimo posible. Sin embargo en la práctica, siempre tendemos a intervenir más de lo necesario siguiendo el falso silogismo de si un documento está deteriorado y yo soy un(a) restaurador(a) con formación “científica”, todo lo que haga será bueno. En esencia, una actuación no tiene por qué ser inadecuada si se toman las decisiones siguiendo la lógica que se basa en criterios comúnmente aceptados, pero, por ejemplo, hay un abismo de operaciones entre rehacer una costura y consolidarla. Y el resultado está de acuerdo a esas operaciones. Esta forma de entender los procesos de restauración me llevó a pensar en el propio trabajo de los conservadores-restauradores de documentos. Partiendo del concepto de estabilización o de intervención total en restauración, podemos diferenciar entre proyectos globales y proyectos puntuales en fondos de archivos y bibliotecas. El proyecto global contempla la estabilización de un volumen de piezas mediano o grande (básicamente higiene del fondo y consolidación básica) mientras que el proyecto puntual va dirigido a una sola pieza o a un grupo muy reducido. Con el presupuesto limitado que se suele destinar a un pequeño número de proyectos puntuales es posible llevar a cabo un proyecto global de limpieza y estabilización que garantizará la perdurabilidad de fondos completos y no de unas cuantas piezas. Es elemental, pues, que debemos empezar a asumir un cambio de paradigma y pensar en primar los proyectos globales por encima de los proyectos puntuales.
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