Las tintas metaloácidas han sido de las más utilizadas de la historia por su textura aterciopelada y que eran muy difíciles de eliminar. Desde la Edad Media (aunque están documentadas desde el siglo VII) hasta el s.XX fueron usadas por personajes conocidos como Leonardo Da Vinci, JS Bach, Rembrandt, o Van Gogh además de ser protagonistas de manuscritos y libros de incontables archivos, bibliotecas y museos en todo el mundo. Las tintas ferrogàl metálicas se realizaban con tres ingredientes principales: agallas de roble (erinosi gala Licola: enfermedad producida por la picadura de un ácaro que ataca las hojas donde aparece una agalla), vitriolo, goma y agua, y entraron en desuso a partir del s.XX cuando aparecieron las tintas sintéticas.
Con el paso del tiempo, dependiendo de factores como los ingredientes, las cantidades utilizadas en su manufacturación y las condiciones de almacenamiento, las tintas ferrogàl metálicas pueden ser la causa de graves alteraciones en el papel y otros soportes. Este proceso, extremadamente lento, devuelve las tintas del color azul-negro al marrón oscuro llegando a traspasar de una cara del papel a la otra o incluso a desintegrarse el apoyo allí donde la tinta fue aplicada. Muchos de nuestros fondos históricos se ven afectados actualmente por la corrosión de estas tintas.
Los síntomas de corrosión por tintas ferrogàl metálicas son muy claros: en la primera fase en los trazos escritos a pluma oa pincel grueso aprecia como si la tinta se hubiera corrido alrededor del trazo, se ve una aureola de color crema o marrón claro que bajo la luz UV se detecta fácilmente como una fluorescencia. En la segunda fase se puede observar la migración de las tintas del anverso al reverso de la página. En último lugar la degradación del papel es tan grave que zonas enteras, especialmente siguiendo el escrito, se descomponen y la información se pierde. Es entonces cuando el soporte (papel o pergamino) se vuelve extremadamente frágil y quebradizo y se desintegra completamente con el más mínimo movimiento.
El proceso de conservación y restauración suele ser costoso debido a la proporción descomunal de estas documentos en nuestros archivos, bibliotecas y museos. El tratamiento más generalizado consiste en la estabilización de las tintas mediante una desacidificación que habitualmente se realiza página por página, lo que implica una inversión en recursos que a menudo las instituciones no se pueden permitir. También se han propuesto métodos de desacidificación masiva pero debido al grado de fragilidad de estas piezas un tratamiento en masa debe valorarse detenidamente.
Bibliografía:
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EUSMAN, E., KARNES, C., SELLINK, M., VAN DER WINDT, H. Gall Ink Corrossion. [en línia]. Holanda: Museum Boijmans Van Beuningen, 1999. No disponible.
WIKPEDIA. Iron Gall Ink. [en línia]. [Data de consulta: 5 d’octubre de 2011]. Disponible a <http://en.wikipedia.org/wiki/Iron_gall_ink>
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