Una de las formas más típicas de disgregación de una obra única es la comercialización de sus partes por separado. El motivo es claramente económico: el precio que se puede pagar por un libro no es lo mismo que la suma del precio de todos los grabados que contiene, es decir, si se venden los grabados por separado el comerciante, en la mayoría de los casos , sacará más provecho.
El caso que nos ocupa es una página de pergamino claramente arrancada de un cantoral. Llegamos a esta conclusión porque el pergamino está escrito por recto y por verso y porque la partitura no empieza y acaba en una sola página sino que queda interrumpida. Además si se observa con detenimiento se pueden ver las marcas producidas por los nervios a uno de los laterales del pergamino.
El pergamino es uno de los soportes que mejor resiste el paso del tiempo. Si bien es delicado en cuanto al grado de higroscopicidad (la capacidad de absorber o ceder humedad del ambiente) que provoca a menudo ondulaciones y deformaciones en el pergamino, es muy resistente mecánicamente hablando, lo que ha facilitado que hayan llegado hasta nuestros días muchos manuscritos sobre pergamino.
La mayor complicación que encontramos en este tipo de piezas son las tintas con las que fueron escritos y pigmentos que utilizaron para iluminarlos. Debido a que cada maestro utilizaba recetas diferentes para elaborar las tintas y pigmentos y que no siempre eran exactas encontramos actualmente pergaminos perfectamente legibles y otros que no lo son tanto.
El pergamino que tenemos delante se encontraba en relativo buen estado. Como se puede apreciar en la imagen que ilustra el antes y el después de la restauración tenía mucha suciedad superficial y una gran laguna en la parte inferior de la página pero en general conservaba la estructura. Bajo la luz rasante presentaba varias ondulaciones y tensiones. La dificultad residía en los elementos sustentados, concretamente en la tinta negra, que se había secado provocando un cuarteado y que se desprendía por momentos del soporte. De hecho había notas que podían leerse por la reserva que había dejado la tinta pero no porque hubiera.